domingo, 18 de abril de 2010

Después de todo... él me ha cuidado todos estos años...



foto grq


La misma ruta del tren la trae de regreso a casa. Elbia escucha el sonido de las vías sobre los durmientes. Doce años han pasado, desde que ella, amarrada a la cintura de su padre cruzo el río Xuchiate. Habían esperado varios días a que la lluvia cesara y la corriente del río disminuyera, con ellos iban otras personas que también viajaban a la frontera.


Con una mano su papá la sujeta y con la otra carga la mochila donde guardan una muda de ropa y sus papeles oficiales. Aunque ha dejado de llover, la corriente aún es intensa. Al llegar al otro lado del río, el padre busca alojamiento y comida, esperan el siguiente tren que los llevará a la frontera de México con Estados Unidos.



Se escucha un alboroto, se acercan a la multitud para ver que sucede, han encontrado un cadáver en la orilla del río, la gente pregunta si alguien le conoce. Al ver al muerto, Elbia se asusta, y suelta la mano de su papá, se aleja solo unos pasos atrás de la muchedumbre. Una manaza le tapa la boca, es un hombre con tatuajes, la esconde en un camión debajo de una falsa carga de tomates. El trayecto es largo, otros niños van con ella, nadie sabe donde los llevan.

Desde hace una semana, Elbia esta encerrada en un cuarto sin baño ni ventanas, una vez al día le pasan un bote para sus necesidades. Otros niños entran y salen de la habitación, un día el hombre del tatuaje la mete a la cajuela de un auto y la lleva a una casa elegante donde un señor mas viejo que su padre pero bien vestido la revisa: le pide que abra la boca y que se quite el vestido.

- Veinte mil. Como habíamos quedado…- le entrega un fajo de billetes.- Lárgate ya.- El hombre del tatuaje cuenta el dinero,- dieciocho, diecinueve, veinte.-

- Te me portas bien nenita, haces todo lo que el patrón te pida,- y avienta al piso un amarrado con alguna ropa de Elbia.

- Sabe donde encontrarme patrón, por si se le ofrece otra cosita...


Aquel hombre me dejó descansar un par de semanas, comí suficiente, el viejo revisaba diariamente si me había bañado, si me lavaba los dientes. En cuanto recuperé un poco de peso, todo cambió; tenía el día para mi, pero en las noches, al oír el rechinar de la puerta, sabía que no pararía... al principio solo me hacia cosas.. pero a medida que paso el tiempo, las noches se volvieron violentas. Un día mi cuerpo no pudo mas y no tuve fuerza para levantarme.


Elbia muestra a su padre las cicatrices que tiene en el pecho.


El hombre del tatuaje fue por mi, y entrego en mi lugar otra niña menor que yo.

- Tienes que mejorar tu salud, verás que bien nos va a ir si trabajamos juntos nenita,- y aunque se metía a mi cama por las noches, al menos no me golpeaba; hasta me preguntó por mi cumpleaños y me regaló un oso de peluche y ropa de niña.Habían pasado casi dos años desde que salimos del pueblo. Todavía no cumplía los doce.


Cuando estuve fuerte, comencé a trabajar. Debía sacar por lo menos siete mil pesos al día, cobraba 1,500 por un rato y 2500 por un algunas horas; si era turista él lo negociaba; entonces cobrara mas caro. Mi lugar era el eje vial numero tres y reforma.



Desde que deje de parecer una niña y mi cuerpo cambió, cambiaron también los sitios de trabajo y mis clientes; ahora gano mucho menos y trabajo el doble.


- Aquí te olvidaras de todo y comenzarás una nueva vida

Elbia mira el piso de tierra de la casita de su padre.

- Es suficiente con haberte visto nuevamente, me tengo que ir, él me espera. Me dejó venir a verte con la promesa de que regresaría. Después de todo... él me ha cuidado todos estos años...


Llueve. En el borde del paraguas que nos cubre, veo la imagen de mi padre y la mía contenida en una gota de agua a punto de caer; nos refleja hasta que su peso es mayor a su fuerza ... y caemos con ella. Otras con la misma gravedad, recorren surcos en mis mejillas. Es hora de partir, nos despedimos.



--- (fin)



Gabriela Rodriguez quirarte oct-09